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jueves, 21 de enero de 2010

PARAMOS: ¿PORQUE SON IMPORTANTES? ¿A QUIEN DEBERIA INTERESARLE?

Por: Laura Cabrera Téllez
Bióloga- Universidad Industrial de Santander

El pasado 20 de enero, el periódico local Vanguardia Liberal publicó en su portada un artículo titulado “Caudales de ríos caen a niveles históricos” haciendo público un secreto que ya se gritaba a voces: Nos estamos quedando sin agua. La situación se presenta como controlada; se aconseja hacer un uso eficiente del recurso e incluso se cita al IDEAM como fiel testigo que enero es un mes seco “por naturaleza” y aunque el fenómeno del niño lo hizo más árido que de costumbre, no hay por qué alarmarse.

Sin embargo, la situación actual SI es preocupante. El sistema actual del acueducto del Área Metropolitana de Bucaramanga capta las aguas de los ríos Suratá, Tona, y Frío; pero a la vez son alimentados por los ríos Vetas, Charta y un número importante de quebradas. Todos estos ríos, al igual que las quebradas, nacen en los ecosistemas de Páramos que se ubican en las cimas de la cordillera oriental, concretamente los páramos de Pescadero y Santurbán.

Pocas personas conocen el páramo y aún menos entienden su importancia. El ecosistema de páramo está restringido a las cumbres de algunas regiones tropicales; en Colombia, el páramo se localiza en las tres cordilleras de los Andes y en la Sierra Nevada de Santa Marta. Este tipo de ecosistemas poseen un área reducida, pero su riqueza en biodiversidad y recursos naturales es indiscutible e incalculable.

Los páramos son considerados como biomas estratégicos y a la vez más vulnerables, otorgándoles la denominación de Hotspot, en la cual se contraponen altos grados de biodiversidad y endemismo, con factores críticos de intervención y amenaza. Sin embargo, y a pesar de su topografía abrupta, las condiciones climáticas de las cordilleras han resultado muy atractivas y favorables para el establecimiento poblaciones humanas, lo que ha provocado la disminución progresiva de sus escenarios naturales por la adecuación de tierras para sistemas agropecuarios y por la expansión de los centros poblados. La ganadería y la agricultura extensiva que se desarrolla en estos ecosistemas producen, entre otras afectaciones, la desaparición de la cobertura vegetal natural, la introducción de especies foráneas, el drenaje de las turberas, la contaminación del agua y el suelo con agroquímicos, la pérdida de la cubierta edáfica por acción de maquinaria, la formación de suelos desnudos y la disminución de la capacidad de retención de agua de los mismos.

Aunque la responsabilidad de la precaria situación de los páramos recae en parte sobre el Estado (su falta de gestión débil, fragmentado e inconsistente con la problemática y enfocada en un futuro promisorio para unos cuantos), de los pobladores de la zona (que emplean técnicas no ecológicas en sus sistemas de producción, y que incluso han llegado a secar las lagunas existentes con tal de ampliar su frontera agropecuaria); debemos admitir que la culpa también es nuestra. Es nuestra por el derroche de agua en nuestros hogares, por nuestro desaseo y falta de cultura cuando arrojamos las basuras a las carreteras y ríos, pero sobretodo, es nuestra porque no nos molestamos en conocer la problemática, dejamos que el tiempo pase y mientras tanto nos hacemos de oídos sordos.

El ecosistema de páramo no solo da origen a los ríos que alimentan nuestro acueducto, sino que también se encarga de abastecerlos con agua filtrada y captada de la atmósfera. Es nuestro deber protegerlo, promover y apoyar acciones que conlleven a su recuperación y conservación. Ya no basta con cerrar el grifo cuando nos cepillamos os dientes o utilizar la lavadora con la carga completa, necesitamos tomar acciones agresivas que involucren desde la limpieza de las laderas de los ríos hasta el control minucioso de las actividades económicas de la zona y su impacto sobre el medio. El páramo debe importarnos a todos, no sólo a los ambientalistas, a la CDMB, y al acueducto metropolitano de Bucaramanga.

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